En un mundo cada vez más competitivo y saturado de información, estudiar de manera eficiente se ha convertido en una necesidad. No basta con dedicar horas frente a los libros o pantallas, sino que es fundamental aplicar estrategias que maximicen el rendimiento intelectual. En este artículo descubrirás cuál es la mejor técnica de estudio respaldada por la ciencia y cómo aplicarla para lograr resultados óptimos, ya sea en la escuela, universidad o vida profesional.
¿Qué caracteriza a una buena técnica de estudio?
Una técnica de estudio efectiva debe:
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Favorecer la retención a largo plazo
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Mejorar la comprensión profunda del contenido
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Ser adaptable a diferentes tipos de información
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Estimular la concentración y el pensamiento crítico
Aunque existen muchas estrategias, los expertos coinciden en que una de las más poderosas es la práctica de recuperación, también conocida como testing effect.
La práctica de recuperación: la técnica de estudio más efectiva
La práctica de recuperación consiste en intentar recordar activamente la información que se ha aprendido, sin mirar el material de estudio. Es decir, no se trata solo de leer o subrayar, sino de poner a prueba la memoria mediante ejercicios como:
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Autoevaluaciones
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Resúmenes escritos sin ayuda
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Tarjetas de preguntas y respuestas (flashcards)
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Explicaciones en voz alta como si enseñaras a otra persona
Este método obliga al cerebro a trabajar más intensamente, lo que fortalece las conexiones neuronales y mejora la consolidación de la información.
Beneficios de la práctica de recuperación
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Incrementa la retención a largo plazo
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Mejora la comprensión del contenido
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Permite identificar lagunas de conocimiento
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Aumenta la confianza en el proceso de aprendizaje
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Requiere menos repeticiones para memorizar
Estudios neuroeducativos demuestran que practicar la recuperación es más eficiente que releer o subrayar, técnicas que ofrecen solo una ilusión de aprendizaje.
Cómo aplicar esta técnica paso a paso
1. Estudia por bloques
Lee o estudia un tema específico durante 25 a 30 minutos. No extiendas las sesiones para evitar la fatiga cognitiva.
2. Cierra el material y escribe lo que recuerdas
Una vez finalizado ese bloque, anota en una hoja todo lo que puedas recordar sin consultar los apuntes. Esto activa el recuerdo activo.
3. Revisa tus apuntes y corrige errores
Compara tu recuerdo con el material original para detectar errores u omisiones. Esta retroalimentación es clave para consolidar el aprendizaje.
4. Usa tarjetas de memoria (flashcards)
Elabora preguntas con respuestas breves para repasar conceptos. Herramientas digitales como Anki o Quizlet pueden ayudarte.
5. Enseña a otros
Explicar lo que aprendiste con tus propias palabras es una forma de validar tu comprensión y fortalecer la memoria.
Combina con otras estrategias efectivas
Aunque la práctica de recuperación es poderosa, se potencia cuando se combina con:
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Espaciado: distribuye el estudio en días alternos en lugar de hacerlo todo de una vez
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Aprendizaje intercalado: alterna temas o materias para estimular la adaptabilidad
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Elaboración: haz conexiones entre conceptos o con experiencias propias
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Mapas mentales: organiza visualmente las ideas para integrarlas mejor
La mejor técnica de estudio es aquella que entrena al cerebro a recordar activamente lo aprendido. La práctica de recuperación es, según la evidencia científica, la estrategia más eficaz para lograrlo. Aplicarla con constancia, combinada con métodos como el espaciado y la enseñanza a otros, puede transformar tus sesiones de estudio en verdaderas experiencias de aprendizaje duradero.