La vida sexual no tiene fecha de caducidad. A partir de los 70 años, muchas personas se preguntan si es saludable y recomendable mantener relaciones sexuales y, en especial, con qué frecuencia. La respuesta no es única, pero la ciencia ha demostrado que la actividad sexual en la tercera edad aporta beneficios físicos, emocionales y cognitivos.
La sexualidad en la tercera edad
Contrario a los mitos, la sexualidad no desaparece con los años. Aunque pueden presentarse cambios hormonales, físicos o de energía, el deseo y la intimidad siguen formando parte importante de la calidad de vida. Mantener relaciones sexuales después de los 70 ayuda a:
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Mejorar la circulación sanguínea y la salud cardiovascular.
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Fortalecer el sistema inmunológico.
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Reducir el estrés y la ansiedad.
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Favorecer la memoria y la función cognitiva.
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Fortalecer el vínculo emocional en la pareja.
¿Existe una frecuencia recomendada?
No hay una cifra universal que aplique a todas las personas, ya que depende de factores como la salud general, el deseo sexual, la pareja y el bienestar emocional. Sin embargo, diversos estudios sugieren que mantener relaciones sexuales al menos una vez al mes en la tercera edad está asociado con mejor salud física y mental.
Algunas investigaciones también señalan que quienes logran mantener relaciones una vez por semana o cada 15 días presentan mayores beneficios en términos de vitalidad y satisfacción personal.
Factores a tener en cuenta
A partir de los 70 años, la frecuencia sexual puede verse influida por:
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Condiciones de salud: enfermedades cardiovasculares, diabetes o artritis pueden requerir ajustes.
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Uso de medicamentos: algunos tratamientos reducen el deseo sexual.
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Estado emocional: la autoestima y la relación de pareja juegan un papel clave.
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Adaptaciones físicas: cambios en la lubricación, la erección o la movilidad pueden requerir alternativas como juegos previos más prolongados o posiciones más cómodas.
Más que una frecuencia exacta, lo recomendable a partir de los 70 años es mantener la actividad sexual con regularidad acorde a las posibilidades de cada persona. Lo importante es que la intimidad siga siendo una fuente de placer, conexión y bienestar, sin presiones ni comparaciones.
En definitiva, el sexo en la tercera edad no solo es posible, sino que puede convertirse en un aliado para la longevidad y la calidad de vida.