INTOLERANCIA A LA LACTOSA: SÍNTOMAS, CAUSAS Y CÓMO MANEJARLA

La intolerancia a la lactosa es una condición digestiva que afecta a millones de personas en el mundo. Se produce cuando el organismo tiene dificultad para digerir la lactosa, un tipo de azúcar presente en la leche y en muchos productos lácteos. Aunque no representa un riesgo grave para la salud, puede provocar molestias que afectan la calidad de vida si no se maneja adecuadamente.

¿Qué es la intolerancia a la lactosa?

La lactosa es un azúcar natural que se encuentra en la leche de origen animal, como la de vaca, cabra y oveja. Para digerirla, el organismo necesita una enzima llamada lactasa, producida en el intestino delgado.

Las personas con intolerancia a la lactosa tienen una producción insuficiente de esta enzima, lo que genera que la lactosa no se descomponga correctamente y cause síntomas digestivos.

Síntomas más comunes de la intolerancia a la lactosa

Los síntomas varían en intensidad según la cantidad de lactosa consumida y el nivel de deficiencia de lactasa en cada persona. Entre los más frecuentes están:

  • Dolor o cólicos abdominales.

  • Gases y distensión.

  • Diarrea o deposiciones blandas.

  • Náuseas después de consumir lácteos.

  • Ruidos intestinales frecuentes.

Estos síntomas suelen aparecer entre 30 minutos y 2 horas después de ingerir alimentos con lactosa.

Causas de la intolerancia a la lactosa

Existen varias razones por las que una persona puede desarrollar intolerancia a la lactosa:

  1. Intolerancia primaria: la más común, aparece con la edad, ya que la producción de lactasa disminuye naturalmente en la adultez.

  2. Intolerancia secundaria: ocurre por enfermedades intestinales como la celiaquía, la enfermedad de Crohn o infecciones que dañan la mucosa intestinal.

  3. Intolerancia congénita: muy rara, presente desde el nacimiento debido a una mutación genética que impide la producción de lactasa.

Diagnóstico de la intolerancia a la lactosa

El diagnóstico debe realizarlo un médico o gastroenterólogo, y puede incluir pruebas como:

  • Prueba de hidrógeno espirado: mide el nivel de hidrógeno en la respiración después de consumir lactosa.

  • Prueba de tolerancia a la lactosa: se analiza la glucosa en sangre tras ingerir lactosa.

  • Dieta de eliminación: se retiran los lácteos por un tiempo para comprobar la mejoría de los síntomas.

DIEZ HÁBITOS PARA CUIDAR EL SISTEMA DIGESTIVO

¿Cómo manejar la intolerancia a la lactosa?

Aunque no tiene cura definitiva, la intolerancia a la lactosa puede controlarse con cambios en la alimentación y hábitos saludables:

  • Reducir o evitar lácteos: especialmente leche líquida, quesos frescos y helados.

  • Optar por productos deslactosados: contienen lactosa previamente descompuesta.

  • Consumir alternativas vegetales: como leche de almendra, soya, avena o coco.

  • Suplementos de lactasa: disponibles en pastillas o gotas, ayudan a digerir la lactosa.

  • Preferir quesos curados y yogures: suelen tener menos lactosa y son más tolerados.

Diferencia entre intolerancia a la lactosa y alergia a la leche

Es importante no confundir la intolerancia a la lactosa con la alergia a la proteína de la leche. La primera es un problema digestivo, mientras que la segunda involucra al sistema inmunológico y puede causar reacciones graves como dificultad para respirar o anafilaxia.

Para finalizar, podemos decir que la intolerancia a la lactosa es una condición común y manejable. Identificar los síntomas, acudir a un especialista y ajustar la dieta son pasos clave para llevar una vida saludable sin molestias digestivas.

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