Comer es una de las actividades más importantes del día, no solo porque aporta energía al cuerpo, sino también porque implica un acto de consciencia y conexión con nuestros sentidos. Sin embargo, en la actualidad muchas personas suelen mirar televisión, revisar el celular o leer mientras comen. La pregunta es: ¿resulta conveniente para la salud hacerlo?
La respuesta, según distintos especialistas en nutrición y psicología, es que no es recomendable convertir la hora de la comida en una actividad multitarea. A continuación explicamos por qué.
Comer distraído altera la percepción de saciedad
Cuando una persona come mientras mira televisión o se concentra en un libro, el cerebro divide su atención entre dos tareas: la digestión y el procesamiento visual o cognitivo.
Este tipo de distracción reduce la conexión con las señales internas de saciedad, lo que puede llevar a comer más de lo necesario sin darse cuenta.
Un estudio publicado en la revista Appetite reveló que las personas que comen frente a una pantalla pueden consumir entre un 10% y 25% más de calorías en comparación con quienes se alimentan sin distracciones.
Afecta la digestión
Comer distraído también tiene un impacto directo en la digestión. Cuando la mente no está concentrada en el acto de masticar y disfrutar la comida, se tiende a ingerir los alimentos más rápido, lo que provoca:
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Mala digestión.
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Hinchazón abdominal.
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Reflujo o acidez estomacal.
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Menor aprovechamiento de los nutrientes.
El proceso digestivo comienza en la boca, y si no se mastica correctamente, el estómago trabaja más de lo debido, lo que a largo plazo puede afectar su funcionamiento.
Reduce el disfrute y la conexión emocional con los alimentos
Comer sin prestar atención disminuye la capacidad de disfrutar del sabor, el aroma y la textura de los alimentos. Además, los expertos en psicología alimentaria sostienen que este hábito rompe la conexión emocional con el acto de alimentarse, lo que puede generar una relación más impulsiva o desordenada con la comida.
Al comer de forma consciente, en cambio, se experimenta una sensación de calma, gratitud y placer genuino, elementos esenciales para mantener una relación sana con la alimentación.
Mindful Eating: la alternativa saludable
Una práctica recomendada para contrarrestar los efectos de comer distraído es el Mindful Eating o “alimentación consciente”.
Esta técnica consiste en comer despacio, sin distracciones externas, observando los colores, aromas y texturas de los alimentos, y reconociendo las sensaciones del cuerpo durante el proceso.
Entre sus beneficios más destacados se encuentran:
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Mejor digestión y absorción de nutrientes.
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Mayor control del apetito.
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Reducción del estrés alimentario.
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Placer real por cada comida.
Implementar el Mindful Eating no requiere grandes cambios: basta con apagar las pantallas, dejar el celular a un lado y dedicar unos minutos de plena atención al acto de comer.
¿Y qué pasa si se hace ocasionalmente?
Mirar televisión o leer mientras se come no representa un riesgo grave si se hace de forma esporádica, por ejemplo, durante un fin de semana o en una comida informal.
El problema surge cuando se convierte en un hábito diario. En ese caso, la alimentación deja de ser un acto consciente y puede derivar en problemas digestivos o de control del peso.
Mirar televisión o leer mientras se come puede parecer una forma de relajarse, pero desde el punto de vista nutricional y psicológico, no es un hábito saludable.
Al distraernos durante las comidas, perdemos la capacidad de escuchar las señales naturales del cuerpo, lo que afecta tanto la digestión como el equilibrio emocional.
Dedicar plena atención al momento de comer, sin pantallas ni interrupciones, favorece la salud física, mental y emocional. La próxima vez que te sientes a la mesa, haz la prueba: apaga el televisor, guarda el libro y disfruta del sabor real de tus alimentos.