La pizza es uno de los platillos más consumidos en el mundo. Su combinación de masa, salsa, queso y diversos ingredientes la convierte en una opción versátil que gusta a todas las edades. Sin embargo, la pregunta clave es: ¿está la pizza dentro de los alimentos saludables? La respuesta depende de sus ingredientes, la forma de preparación y la frecuencia con la que se consuma.
Pizza tradicional vs. pizza ultraprocesada
La pizza artesanal, elaborada con ingredientes frescos y de calidad, puede ser parte de una alimentación equilibrada. En cambio, las versiones ultraprocesadas, cargadas de grasas saturadas, azúcares ocultos y exceso de sodio, suelen estar lejos de considerarse saludables.
Una pizza casera puede aportar:
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Hidratos de carbono complejos provenientes de la masa, sobre todo si es integral.
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Proteínas gracias al queso y a las carnes magras como pollo o pavo.
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Vitaminas y minerales de vegetales como espinaca, champiñones, pimientos o tomates.
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Grasas saludables si se agrega aceite de oliva o aguacate como complemento.
En cambio, una pizza congelada o de cadena rápida generalmente contiene conservantes, grasas trans y un alto nivel de sodio, lo que aumenta el riesgo de hipertensión y problemas cardiovasculares.
LA PIÑA: EL INGREDIENTE ESTRELLA DE LA FAMOSA PIZZA HAWAIANA
¿Cómo hacer de la pizza un alimento saludable?
Para disfrutar de la pizza sin culpa y convertirla en una comida nutritiva, se recomienda:
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Elegir una base integral o de masa fina, que aporta más fibra y menos calorías.
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Incluir vegetales frescos como topping para sumar vitaminas y antioxidantes.
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Optar por proteínas magras como pollo, atún, pavo o incluso legumbres.
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Usar quesos bajos en grasa y moderar la cantidad para reducir las calorías.
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Controlar las porciones: dos o tres porciones acompañadas de ensalada son suficientes.
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Evitar embutidos procesados como pepperoni, salchichas o tocino, ya que elevan la cantidad de grasas saturadas.
La clave está en la moderación
La pizza puede considerarse saludable si se prepara de manera adecuada y se consume con moderación. No es lo mismo disfrutar de una pizza casera con vegetales y masa integral una vez a la semana, que ingerir versiones ultraprocesadas con frecuencia.
Entonces, la pizza no es un alimento que deba catalogarse como “malo” por sí solo. Todo depende de cómo se prepare y con qué se acompañe. Convertida en una receta equilibrada, puede ser parte de una dieta sana y variada. El secreto está en elegir ingredientes frescos, evitar los excesos y consumirla dentro de un estilo de vida saludable.